Hace tiempo Carl Sagan (1934-1996), famoso divulgador de la ciencia, planteó en uno de sus programas de televisión: “Cada estudiante debería tener desayuno y comida gratis en la escuela. Si los presos tienen ¿Por qué los futuros ingenieros, licenciados y artistas no?” El planteamiento parecía una disyuntiva. Pero, era sobre todo una preocupación genuina y conmovedora: valorar, apoyar, alimentar lo más importante: la niñez y las juventudes en su etapa de formación, y cuando van a la escuela pública -que es el área donde están las mayorías-, aplicaría desde los niveles básicos hasta el nivel superior.
En nuestro país, el derecho a la educación alimentaría, si bien tiene un marco legal que ya hemos señalado, en el caso de la educación superior, la reciente obligatoriedad y gratuidad de la educación superior a nivel constitucional y de la Ley General de Educación del 2019 y la Ley de Educación Superior, pueden ser un marco de referencia para establecer el derecho a la educación alimentaria en la agenda universitaria. Hablamos de programas de alimentación sana y saludables, de comedores, de desayunos y comidas a precios accesible y bebederos de agua para los jóvenes de las instituciones de educación superior públicas.
Recientemente los estudiantes de la UNAM pusieron el problema de la educación alimentaria sana, saludable a través de la demanda de comedores accesibles. El 07 de marzo (2025) los estudiantes de la UNAM de diversas facultades (parece que fue Arquitectura, Ingeniería, las primeras en alzar la voz), preparatorias y CCHs crearon un Frente Estudiantil Universitario (López, 22 de marzo, 2025) con el propósito de pedir a las autoridades de la Universidad Nacional que los comedores dejen de ser privados y sean subsidiados. El evento se realizó el 26 de marzo en Ciudad Universitaria (López, 27 de marzo, 2025). Posteriormente, se pasó de la declaratoria a una serie de paros intermitentes -donde se integraron otros problemas, como la inseguridad y la violencia en los planteles de la universidad.
¿Hasta dónde escalará la demanda y el conflico ahora en su forma de paros? Hasta ahora, varias facultades, preparatorias y CCH han mostrado la misma solicitud. Pero, no se ha extendido a otras escuelas (ENES León, Mérida, etc). Hasta ahora, no hay jóvenes de otras otras instituciones de educación superior públicas de la Ciudad de México o del interior de la república que hagan la demanda públicamente. Pero, no significa que las juventudes universitarias no sufren hambre en el día a día o no lo consideren en sus solicitudes individuales.
¿Cómo responden las autoridades universitarias y las autoridades de gobierno? Regresando al caso de la UNAM. La UNAM y el gobierno de la Ciudad de México han establecido un “Programa de apoyo alimentario” para 13 bachilleratos de la Universidad Nacional. Pero, esto a todas luces es insuficiente, la UNAM es más grande, considerando sus facultades, preparatorias, CCHs y sedes ubicadas fuera de Ciudad Universitaria. Por otro lado, ciertamente la Universidad Nacional cuenta con un programa institucional (Programa de Apoyo Nutricional), junto con la fundación Slim y la fundación UNAM para comedores accesibles a través de una mini beca focalizada y limitada. El Programa de Apoyo Nutricial operó en 2016 de manera semestral y sigue vigente para el periodo 2026, con otro nombre Programa de Apoyo Nutricional Ampliado (Comunicado, UNAM, 27 de marzo, 2025). Este programa, no está mal, pero tampoco es suficiente.
¿Se podría ampliar el programa de comedores accesibles a otras universidades? ¿Es sostenible financieramente? ¿Tenemos experiencias de comedores saludables y accesibles en otras instituciones de educación superior públicas? La respuesta es sí y conviene revisarlas.